sábado, 11 de julio de 2009
Y un Día Volvieron los Cuentos
Fuga
Dejó que el coche llegara por su propia inercia hasta la barrera baja. La punta del capot se introducía apenas debajo del tirante de madera pintado de rojo y blanco. Sus ojos, siempre al frente, miraban sin ver. Ensimismado. Ausente. Lejano. Desterrado. Expatriado. Sólo unos pocos metros más, pensó. Se detuvo en esta contradicción del lenguaje: pocos metros - más -¿adverbio de cantidad?. No le importaba demasiado. No tenía importancia en realidad. Era otro fuga -otra-, como esta del pensamiento repensando cada palabra, aparentemente, cuando lo que se intenta no es más que no pensar ni siquiera en lo que se está pensando. Hoy, como nunca antes quería, deseaba, añoraba, codiciaba, ansiaba, ambicionaba, esperaba, apetecía -buen ejercicio, tendría que buscar qué otros posibles sinónimos había para reemplazar-expresar esta sensación suya. ¿Vacuidad suya, dijo? Angustia. Desazón más bien. ¿Cuándo había comenzado? ¿Cómo? Rió, con esa mueca triste de otros tiempos. Tiempo: período, lapso, etapa, ciclo. Tiempo: tiempo frío, tiempo que sigue al parto, tiempo heroico, tiempos inmemoriales, tiempos primitivos. ¡Este me gustó! - ladeó la cabeza, en un gesto clásico de aceptación y de encuentro. Espacio... La barrera comenzó a levantarse. Puso primera. Apretó un poco el acelerador, el auto apenas se movía en ese andar cansino, desolado. Seguía riéndose, cada frase suya había sido nada más que un juego de la razón, un chiste conque había decidido crear imágenes substitutivas: “En el pensamiento obra una observación, una condensación con formación substitutiva. Por ejemplo produciendo una palabra imagen mixta, incompresible en sí misma, pero que enseguida se entiende y se discierne como provista de sentido en el contexto en que se encuentra”. Se rió de Freud riéndose de sí mismo.
Inevitablemente en esta tarde el pensamiento no podía estacionarse, no encontraba ninguna barrera. A pesar de esta digresión constante, de esta fuga en el tiempo. No podía dejar de tener la imagen latente, el rostro espigado, los ojos negros -como dos perlas negras son tus ojos.
Sólo unos metros más: el giro a la derecha, el hueco junto al cordón, la puerta el timbre el beso...
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