Tiempo.Tiempo. Tiempo. Tiempo.
Cada una de las campanadas un segundo.
Tiempo. Tiempo. Tiempo.
Cada segundo un sentido.
Tiempo. Tiempo. Tiempo.
Las diez
El sonido de las campanadas de
Parecía mentira que a esa hora tanta gente pudiera circular yendo a alguna parte, quien sabe, donde alguien los esperara para realizar aquellas tareas que imaginaba imprescindibles. Miró la caja, era la primera del día. Tendría que vender por lo menos diez. Eso le aseguraba que mañana su jefe le diera la oportunidad de seguir en el trabajo.
No tenía reloj, sólo las campanadas que cada tanto -si el recorrido no lo llevaba demasiado lejos- le anunciaban el comienzo y el final de las horas.
En tres minutos miró otras tantas veces su reloj. Llegó a pensar que no era para nada dramático llegar cinco minutos tarde. Su angustia. Su urgencia tenía que ver con la necesidad de contarle a ella que había podido conseguir al fin, otro trabajo. Tal vez -y esto era una posibilidad apenas- no haría falta que vendiera el auto. La enésima vez que miró su reloj, repiqueteaba aún en sus oídos el sonido de la última campanada -que desde hacía un rato largo había dejado de sonar-. Salió rápido a la calle. Trepó a su auto; lo puso en marcha. Tomó por 25 de Mayo, describiendo esa curva que le pareció alegre, y lo depositó en la recta de la avenida. En la esquina donde los próceres de la libertad se juntan una vez más en un abrazo, el semáforo pasó del verde al amarillo. Como venía rápido calculó que los coches que circulaban por Diagonal Norte hacia San Martín, no llegarían a moverse siquiera cuando él pasara. Obsesionado por la idea, el golpe lo sorprendió con los cristales rotos sobre su cuerpo. Tardó, no supo cuánto, en reaccionar. Abrió la puerta en un estado de shock. Los caramelos sobre el asfalto dibujaban una guirnalda de colores, más allá de la mancha roja que comenzaba a envolver el cuerpo.
[1]Estimado lector: cuando termine de leer este cuento, he de pedirle que tome un reloj (si tiene cronómetro mejor) y calcule el tiempo de lectura. Si el ritmo que Ud. le imprime a ésta, es el que yo estimo, podrá comprobar que ronda los cinco minutos. Naturalmente; en este juego los segundos de más, o de menos, no cuentan. En definitiva lo que intento, es que participe de la variedad infinita de posibilidades, de empleo del tiempo. En el que puede llegar o irse la vida, o simplemente leer un cuento como en su caso. Esta nota tiene sólo la función de completar los segundos que faltan. Muchas gracias.
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