A Maria Josefina
llantos,
gritos,
risas
y otros silencios
se acunan en los pliegues de tu vientre.
Sólo el hombre
que juega a ser Dios
ciega los sarmientos del misterio.
Dolor
que me lleva
al laberinto contenido de tus ojos
que se niega a rodar cuando es debido.
Por qué
si el grito es vida
no lo dejas brotar
de tu conciencia.
si el No
es la victoria
no lo esgrimes como última frontera.
Por qué...
El gemido de la noche
era un misterio
pronto a revelarse
a tus sentidos.
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